lunes, 15 de septiembre de 2008

Pasando a la nueva era.

2010-201x?

Soy Uribista desde que tengo conciencia política. Nunca vi ningún líder exponer y ejecutar ideas como él. Estudio su vida desde que era candidato a la gobernación de Antioquia, apoyo gran parte de sus iniciativas pero admito también sus errores ante sus contradictores. Me gustaba más el candidato presidencial del 2001, calmado, argumentativo, constructor, muy respetuoso. Hoy su autoridad se convirtió en motor no solo de las riñas que él caza, sino de todas las que su omnipresencia provoca en las calles, pues aunque a algunos no les guste, su popularidad es un fenómeno y todo lo que hace o deja de hacer es tema del día de todos los días de quienes lo queremos y quienes no.
Ahora veo con preocupación como el país se polariza fanáticamente sobre el eje de su figura. Unos se enamoran cada vez más de su carácter de prócer, otros se empeñan en verlo como el mayor criminal. Ya no nos escuchamos, no hablamos las cosas. Tengo una amiga que se le aguan los ojos y quiebra su voz cuando quiere hacerme algún reclamo contra Uribe. Termina por pedirme que hablemos de temas más "amenos" para no "dañarse" el día.
Acepto con tristeza que el uribismo es lo peor que pudo haberle pasado a Álvaro Uribe. El presidente tuvo que gastar muchas de sus horas en el cargo peleando y defendiendo la legitimidad de su gobierno, horas que bien hubiera hecho en dedicar a otra cosa, así fuera a hacer deporte. Lamento profundamente que un hombre de su talento y capacidad haya tenido que pasar por el rosario de intrigas, mentiras y vergüenzas que envuelve nuestra clase política. A pesar de muchos buenos elementos, en el bus se montó todo el que pudo y hoy pagamos las consecuencias.
Colombia hoy es más segura, cierto; pero ¿somos menos desiguales? ¿tenemos todos las mismas oportunidades? mientras no sea así seguiremos siendo un país batiéndose en todas direcciones, preso de su propia ignorancia, yendo hacia ningún lado. ¿Cuál es la dirección de la seguridad democrática? Ahora que el país salió de la parálisis en que estuvo sumido, empiezo a sentir que a esa política le hace falta un complemento, uno que no es familias en acción, que no es inversión extrajera directa, que no es la renovación de entidades burocráticas, todas cosas que a mi juicio han aportado, pero no lo suficiente.
Cada vez son menos los subversivos, son más difíciles de encontrar. Para ellos en cambio, no es difícil infiltrar universidades o llegar a inconformes para engrosar sus filas, las guerras que realmente acaban, se acaban en la mesa, pregúntenle a la historia de la humanidad. Ojalá perdamos esa sed de venganza, ojalá dejemos de soñar con ver al secretariado apedreado en plaza pública, eso a nada nos lleva, piénsenlo despacio, a nada nos lleva. Eso si, nunca olvidemos nuestra historia y nunca apoyemos ideas armadas por buenas que sean, ni mucho menos mentiras armadas.
Lo dice Sergio Fajardo constantemente "Cuando yo quería ser arquero del Medellín, él ya quería ser presidente", yo creo que Uribe nunca se preparó para enfrentarse a terminar el sueño de su vida. Es cierto que le cuesta dejar el poder, a cualquiera le costaría, más habiendo tanto por hacer, pero él no irá al 2010, blanco es gallina lo pone.
Me alegra ver cómo se alista un debate presidencial de buen nivel, con ideas y con respeto, ojalá no lleguen los de siempre a insultar y a hablar mal de los demás. De mi parte haré toda la fuerza por aquel que levante la bandera de la educación. Aquel que quite los centros comerciales y ponga la Universidad como el eje de la sociedad, aquel que la vuelva semillero de ciencia y debate a cambio de expendio de drogas y cultivo de odios que terminan en capuchas, grafitis, explosivos y alimento de la violencia que nos tortura.
Qué bueno sería que se hicieran visita el señor Fajardo y el señor Mockus.

martes, 2 de septiembre de 2008

Qué le hace falta al transporte público en Medellín

- Publicado en El Colombiano, Sep 2, 2008 -

¿Alguna vez han escuchado "empresa de transporte busca ingeniero con conocimientos en tráfico vehicular y estadísticas"?
¿Alguna vez han visto campañas publicitarias de alguna empresa de transporte urbano en cualquier medio?
¿Les da la impresión de que nuestras empresas de transportes las conforman los conductores, los registradores de los tiempos y el/los dueño/s de los buses?
¿Tal vez han escuchado ese rumor popular de que el gremio de los transportadores es una mafia?

El punto con esas preguntas es reflexionar sobre la naturaleza de nuestro sistema de transporte.
Los diferentes mercados tienen diferentes naturalezas. Por ejemplo:

- El mercado del servicio de acueducto y alcantarillado es lo que llaman un monopolio natural, pues no es viable económicamente enterrar varias redes de ductos y competir. Por eso hay una sola empresa en cada ciudad que se encarga del servicio.
- El mercado de la telefonía celular ha sido ampliamente debatido y sus mejores resultados se han obtenido con un oligopolio. En otras palabras, un mercado REGULADO repartido entre varios (pocos) oferentes. Como en el caso de casi toda América Latina, siempre hay 2 o 3 empresas reguladas por un ente separado del gobierno.
- Otros mercados, como el mercado del pan, son mercados abiertos de alta competencia.

¿Qué creen los expertos sobre el mercado del transporte público?

En la Unión Europea, la enorme mayoría del transporte público en pequeñas y medianas ciudades funciona como un monopolio. En las grandes ciudades puede ser un oligopolio rigurosamente controlado; anotando claro, que los diferentes oferentes son los diferentes modos de transporte que ofrece una ruta, sin embargo, el sistema de buses por lo general pertenece a un solo operador.

¿Por qué? Porque está más que demostrado que la única forma de darle movilidad a una ciudad es por medio de un sistema integrado de transporte y es mucho más fácil integrar pocas empresas serias y reguladas que tratar de integrar por ejemplo a "don chucho" del circular coonatra con "el sarco" que maneja la santra a 120 a medio día por la 80.

Qué le falta entonces al transporte público en Medellín (y de una vez en todo el país)? ser un MERCADO REGULADO.

Pongamos un caso bien claro de mercado regulado:
Una empresa de telecomunicaciones, paga cientos de profesionales para diseñar una estrategia comercial de venta de telefonía de larga distancia. En cierta ocasión se les fue la mano, se aprovecharon de una ventaja física que tenían respecto a la competencia, los demandaron, perdieron y la comisión de regulación los obligó a pagar una multa de varios millones de dólares.

Hagamos la analogía del transporte público, que en nuestras ciudades, es un mercado como el del pan, de alta competencia y nula regulación:
Las empresas de buses (hasta donde me consta) no pagan ningún profesional ni hacen control de mercadeo de ningún tipo. Ofrecen los vehículos en el peor estado. No cumplen con las frecuencias requeridas por la rutas, maltratan (y de qué manera) al cliente, no paran en los paraderos, violan las normas de tránsito; sus conductores son multados y no pagan las multas. No cumplen las normas ambientales, contaminan la ciudad con ruido y humo, causan enormes problemas de movilidad con su indisciplina y destrozan la malla vial frenando en seco en cada parada. Me atrevería a decir que como en el caso de la empresa de telecomunicaciones, acá también se les fue la mano ¿no les parece?.
Qué hace la autoridad? Multarlos con millones de dólares diría un extranjero. Pues no, acá no. Acá salimos a decir: "Nuestra ciudad está muy mal construida", "hace falta presupuesto", "construyamos un metro", "hagamos más puentes", "necesitamos pico y placa" y la ñapa: "aumentemos a x mil millones de pesos nuestro presupuesto para reparar la malla vial", así, nuestros queridos amigos que tan bien nos tratan, tendrán más pavimento para romper y poder seguir llenando sus arcas. Ahí está el caso patente de la administración Garzón, cuando cualquier cosa les dijo a los buseros, le armaron un paro, le doblaron el pulso y terminó pavimentando las calles y poniéndole un sello amarillo al pavimento con el polémico logotipo de "Armando Calle". Hoy pueden ver fácilmente cómo el pavimento nuevo empieza a quebrarse con la guerra del centavo de los buseros.

Por qué sí multar al sector bancario, a las telecomunicaciones, a las energéticas, a cualquier industria. ¿Y las empresas de buses urbanos? ellos son los reyes.

Éstas empresas son responsables por los millones de pesos que adeudan sus empleados en comparendos. Así como por gran parte de la inmovilidad de las ciudades Colombianas. Por décadas ha sido un gran negocio comprar un bus. Entra en la ciudad, contamina, daña las calles, viola las reglas, no paga las multas, cobra la renta y después en agradecimiento, nuestros gobiernos con nuestros impuestos le compran el pedazo de bus para hacerlo chatarra. ¿Acciones de Ecopetrol? Sinceramente no sé cómo no nos hemos dedicado todos a comprar buses.

Escribo esto para concientizar a los lectores de que no es con paños de agua tibia (todas las comillas que usé antes) con lo que mejoraremos nuestro sistema de transporte. Necesitamos acciones políticas radicales.
Escribo esto para hacer un llamado al ministro de transporte, a los secretarios de movilidad y tránsito del país y a quien tenga el poder y el deber de legislar en favor de convertir nuestros transportes urbanos en mercados estrictamente regulados y si es necesario en monopolios.

Así como el monopolio de la energía en Medellín, es un negocio tan bien manejado que nos permite adornar la ciudad todos los Diciembres generando empleo y turismo, el transporte urbano debería funcionar de la misma manera. Para eso tenemos muy buenos candidatos: 1- La alianza Metro-Metroplus, con la desventaja de la deuda que carga la primera. 2- La otrora mejor prestadora de servicios públicos de América Latina EPM, en vez de ponerse a financiar electrodomésticos debía haberle metido la mano al transporte hace muchos años y mucho más ahora que el pico y placa es el gran papayazo, incluso sin que tengamos la legislación necesaria, una empresa seria que entre a competir bastaría para dar ejemplo a los demás de cómo prestar un servicio de calidad.