sábado, 23 de mayo de 2009

La social bacanería

Por allá en el 2007, el presidente revivió la expresión de la "Social bacanería" en lo que podría decirse fue uno de esos vainazos al aire libre que todo el mundo vio caer en el polo democrático y algunos en Lucho Garzón.

La expresión al parecer habría nacido en los 70s designando corrientes de izquierda, especialmente al M-19, buscando mofarse del espíritu idealista de aquellos universitarios (que como muchos Colombianos en todos los estratos, todos los credos y todos los oficios) pretendían resolver los problemas del país y cambiar el mundo vaciando botellas en una esquina. Viéndolo así, porque no puede ser de alguna otra manera muy distante, evidentemente calificar a un dirigente como partícipe de la "social bacanería" es desacreditarlo, es una ridiculización pública sutil pero contundente, como una bajada de pantaloneta en el patio del colegio, todo como parte de el lenguaje y el estilo al que nuestra clase política se amañó en su uso y que hace parte de los dardos que viajan en las declaraciones de lado y lado o también, por qué no, del preámbulo y el cortejo que se hacen nuestros gobernantes, jueces y legisladores, buscando casar una pelea más soez, que les represente mojar más cámara y alimentar su ego. Y no lo digo especialmente por el presidente a quién se le notan constantemente las goticas de valeriana.

Nuestro ministro del interior salió esta semana a condecorar a varios Colombianos, con la medalla de la "social bacanería", gracias al pronunciamiento que éstos hicieron en contra de la reforma política, que con tanto esmero y atropello está cerca de aprobarse en el senado por cuenta de la bancada de gobierno, que parece haber perdido todas las luces (Juan Luis Londoño, Gina Parodi, Germán Vargas, y los demás que se fueron del lado de la no rere) y haberse llenado de borregos que votan en sesiones extras, sin deliberación, y con el afán del que pecó y va tarde a misa de 6, mientras la oposición hace patria abandonando el recinto, todos muy dignos, muy orondos.

Los nuevos social bacanes (además de Lucho Garzón quien ya había ganado el galardón) según el ministro son nada menos que los hombres que sacaron a Bogotá del caos en que hoy intenta sumirse nuevamente Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, el hombre que transformó a Medellín y terminó como el alcalde con mayor aceptación de cualquier ciudad en cualquier época Sergio Fajardo, la creadora de la varita mágica del gobierno, la seguridad democrática, Marta Lucía Ramírez y el joven ex concejal estrella de Bogotá y quien recibió hace unos años de manos del presidente Uribe el premio como mejor representante a la cámara David Luna.

Ellos seguramente no han leído la reforma dice Valencia Cossio, porque la reforma incluye la silla vacía y el resto de bondades que repite el miniterior. Yo me doy cuenta que es más bien el ministro quien no logra notar, que gente tan valiosa para Colombia, pierde la oportunidad de participar en política, por la genial idea de aumentar el umbral en pro del fortalecimiento de los partidos políticos, columna vertebral de la reforma.
Entonces cómo es señor ministro; hay que dejar por fuera ideas frescas, gente capaz y honesta, porque hay que fortalecer los partidos que han sido la cuna de nuestro mayor cáncer, el bus en el que se montan los mejores cuentachistes, los amigotes del whiskey, del golf y de los matones?

Tal vez es el ministro el que no ha leído las críticas cesudas y los argumentos contundentes con los que hace varios meses este grupo de ilustres han pretendido abrir los ojos de la opinión nacional.

No demos la espalda que está muy claro. Bacanería? la bacanería es nuestro congreso, millones en sueldos, lujos y sinvergüenzada por todo lo alto y si hay que incluir delincuentes, no importa porque todo se va en casa por cárcel en pocos años, el capitolio, ahí están los más bacanes!