lunes, 16 de marzo de 2009

El llamado a la educación

No hace mucho, recibí una llamada de una compañía multinacional. Querían entrevistarme. Resulté ser un buen candidato para hacer parte de un grupo de investigación y desarrollo en optimización de producción y recursos. Pasados pocos días me dijeron que tenían miedo de la recesión y que la empresa había cerrado todas las contrataciones en todas las áreas. Afortunadamente tengo trabajo.

Días después, la universidad tuvo otro de esos ilustres invitados como conferencista, un reconocido físico investigador en sistemas complejos. Sin ecuaciones y sin rodeos, basó su conferencia en hacer un llamado a la industria a la innovación y la inversión en investigación y desarrollo. Según su opinión, en tiempos de crisis la peor decisión es recortar el presupuesto de investigación.

La investigación no es otra cosa que la proa de la educación. Hoy precisamente, Barack Obama en otra de sus ambiciosas declaraciones reclamó enfáticamente la necesidad de brindarle a todos los estadounidenses la educación de más alta calidad, su propuesta: Bonificaciones (extra pay) para los mejores profesores. Con la respectiva controversia que causó el anuncio, incluso el más grande sindicato de profesores de Estados Unidos se mostró reticente por lo subjetivo que puede ser el juicio sobre quién enseña mejor.
Adhiriendo, uno de los republicanos arrepentidos del desastre Bush, el ex secretario de estado Colin Powell hizo un inusitado llamado al mejor estilo de las filas del ejército a los niños y adolescentes estadounidenses. "pull your pants up, apply yourself", les pidió reclamar activamente por tener buenos profesores, no contentarse con la primaria ni la secundaria, "go to college and then get a job".

Parece ser que no es tan difícil ponernos de acuerdo en la enorme importancia que tiene la educación en la construcción de una sociedad, sin embargo, qué difícil es hacer que lo que le destinan nuestros gobernantes supere el 1% del presupuesto nacional.

Siempre he sentido que ser celador es un trabajo muy difícl, pero especialmente, muy aburridor. Pensaba que aquellos que no requerían estar muy atentos en sus turnos -que no son pocos- podrían usar tanto tiempo libre en algo productivo; pero nunca encontraba qué podría ser ese oficio. El Jueves pasado tuve una respuesta sin que mi pregunta saliera de mis pensamientos.
Cruzando una de las porterías de la universidad, un vigilante manipulaba un particular computador portátil, pequeño parecido a un juguete. Me llamó y me preguntó si tenía amigos que estudiaran administración de empresas. Yo le dije que no. Algo preocupado y tímido me pidió ayuda, dijo que necesitaba relacionar una poesía de Pombo con la administración de empresas. Yo lo miré con ternura y le dije que claro, que haría mi mejor esfuerzo. Tomó impulso y leyó entera "El niño y el buey" con gran aplomo y con la fluidez de un niño que apenas aprende a leer. Mi respuesta fue sencilla, pero no viene al cuento.
Siguiendo mi camino hacia mi oficina, entendí que lo mejor que podía hacer un vigilante en su tiempo libre era educarse.

Todavía no puedo tragarme el hecho de que las diferencias entre personas tan cercanas -aunque sea solo geográficamente cercanas- sean tan desproporcionadas.
Seguramente educarse es lo mejor que puede hacer cualquiera con su tiempo libre, no solo un vigilante. Ah no, tal vez sea aun más importante que cada ciudadano vele por poner la educación en lo más alto de las prioridades nacionales.

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